Actualmente nos encontramos frente a una realidad nueva que es el confinamiento o cuarentena en nuestros hogares debido al COVID-19.
Para salvaguardar la salud de los ciudadanos, y por ende la vida, las autoridades decidieron esta medida la cual ha modificado muchos aspectos de nuestro día a día, y no sólo en las actividades cotidianas con sus aciertos y desaciertos, sumándose también aspectos tales como el temor a que me enferme o se enferme alguno de mis familiares, los compromisos económicos, las tareas escolares de los hijos, entre otros muchos que sin duda generan desregulación emocional (falta de control sobre la propia conducta debido a la experimentación de emociones intensas que surgen con facilidad y no ser capaz de controlarse cuando surgen) en forma de cadena en los miembros de la familia. Por tal razón mientras nos encontramos en confinamiento, y posteriormente cuando se levante el estado de emergencia para entrar en la “nueva normalidad”, se puede trabajar en una sólida educación emocional que nos permita tener habilidades emocionales, conscientes de que las emociones NO son “buenas o malas”, sino que nos permitamos experimentarlas y que las experimenten los demás miembros de la familia identificándolas (cómo lo que son, emociones), y teniendo la capacidad de manejarlas de manera adecuada y funcional. El término inteligencia emocional fue popularizado por Daniel Goleman en su célebre libro “Emotional Intelligence” cuya publicación fue en 1995, refiriéndose: “a la capacidad para reconocer y entender qué sentimos y qué sienten los otros, para poder así gestionar (modificar), y dominar (controlar) las emociones”. Teniendo como base el concepto de inteligencia emocional, he aquí algunos consejos prácticos para educarnos en las emociones, las cuáles poniéndolas en ejercicio día a día podemos ser individuos y familias con habilidades emocionales funcionales:
Por: Licdo. Elvis O. Ibarra G. Psicólogo general. CIP.: 5654 El enojo puede ser la oportunidad de conocernos más a nosotros mismos y acercarnos mejor a los demás.
A veces es tanta la cantidad de energía que reprimen las personas que esta acaba canalizándose y depositándose en determinadas zonas de su cuerpo ocasionando síntomas como: contracturas, dolores de cabeza, problemas estomacales, desaliento y tristeza. Todo ello en el fondo no es otra cosa que el resultado de tener una gran cantidad de de enojo no expresado y es así como muchas personas utilizan este mecanismo de represión con su enfado desde la infancia y han dejado de ser conscientes de la gran cantidad de energía y fuerza que está en su interior esperando a ser liberada. Muchas personas en consulta pueden expresar que no dejan de sentir miedo ante la idea de expresar el enfado que sienten con su pareja, jefe, familiar, vecino u compañero de trabajo, y es claro que no podemos dejar de sentir lo que sentimos, pero por lo menos podemos sí podemos decidir que hacemos con lo que sentimos. ¿Cómo podríamos mejorar nuestro manejo del enojo?
Por: Psic. Lissette Vega Psicóloga Clínica CIP. 3819 |
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